miércoles, 24 de octubre de 2012

JO NESBO y Headhunters


Después de leer a Harlan Coben el listón estaba muy muy alto. Aún así la información de la contraportada del libro ayudaba a la opción de escoger esta novela negra ambientada en un país nórdico. Barcelona-Estados Unidos-Noruega, lecturas de verano. Deformación profesional, siempre me han atraído las tramas que suceden en el ámbito de las relaciones laborales y, en esta ocasión, en su vertiente más psicológica de la selección de personal de alto nivel. Ese es el punto de partida de la novela.
Sin llegar, para mí, a la contundente excelencia de la novela de Coben, ésta también tiene el magnetismo suficiente para no depegarse de ella una vez se ha empezado la lectura. En común también esa falta de especulación para ir entregando información a la historia y la rapidez con que suceden los acontecimientos (en esto incluso supera la de Coben). La sensación también de correr por detrás y ponerse a rueda, sin aflojar para no perder contacto. Después del inicio de la novela, la entrevista que el ambiguo protagonista está haciendo a un candidato, la lectura entra en una especie de vertiginoso descenso de tobogán de agua, de velocidad trepidante que impide el relajamiento lector y obliga a no dejar demasiadas horas entre una sesión de lectura y la siguiente. Nada que ver con esas novelas que entran en fases de sopor y que el autor esconde sus cartas, especula, racanea. Es por ello que la previsibilidad aquí no tiene cabida y la capacidad de sorprender gana en eficacia, se extrema. No seremos capaces (como a veces casi se nos tienta) de saltarnos diez o veinte páginas para ver si avanza de una vez, como suele pasar en según que novelas, aunque tampoco necesitaremos volver algunas páginas atrás cuando las piezas no acaben de encajarnos, porque aquí todo encaja y la trama de la novela transcurre bien engrasada bajo el sol apagado y los pavimentos gélidos de los ambientes nórdicos, por la limpia frialdad de las salas de reuniones de exclusivas empresas, de las galerías de arte, de las modernas casas de lujo, en la recondita situación de pequeñas cabañas en el bosque donde se llega a través de serpentantes carreteras secundarias, bajo la lluvia fría que aparece a intermitencias. La sordidez detrás de la apariencia.
Leí la de Coben en Olot, ese lugar marcado en los últimos años por trágicos acontecimientos de la crónica negra donde voy demasiado poco y donde algún día tendré que ir a pasar alguna larga temporada para respirar la sugestión que hay en el misterio de sus bosques espesos y sus nieblas opresivas. La de Nesbo lo hice yendo, estando y volviendo de Londres, pero las dos consiguieron aprisionar mi atención hasta el final, por cierto más redondo el de Coben que el de Nesbo.
Y añadir que el mismo día que acabé de leer Headhunters fui a ver la película. Curioso ejercicio ver en una enorme pantalla la forma exacta de tus tan recientes imaginaciones. También recomendable.

viernes, 5 de octubre de 2012

HARLAN COBEN y Atrapados


No había oído a hablar de Harlan Coben hasta que cogí en el videoclub de mi barrio la película francesa Ne le dis a personne de Guillaume Canet. No tenía más referencias que la breve sinopsis que aparecía en la pantalla de la máquina expendedora de dvds que prometía un interesante thriller. ¿Por qué no?
Aunque el punto de partida era el mismo (sofá, después de la cena, sin luz para emular la oscuridad de un patio de butacas) a diferencia de buena parte de películas que siguen el mismo camino del establecimiento a mi casa antes de regresar por donde han venido, las que o por aburridas, o por predecibles, o por saturadas de tópicos propios del cine comercial americano, o por guion fácil o diálogos empalagosos, poco creíbles, todas las que antes de llegar a media película ya me cuestiono por qué habré cogido precisamente ésta y no otra y que difícilmente sobreviven hasta los créditos, que mueren antes por un disparo implacable y certero del mando a distancia, ésta, en cambio, no sólo supo mantener mi interés sinó que lo incrementaba por momentos.
Luego, buscar en internet hasta dar con lo que buscaba: quien podía haber urdido una historia tan fascinante. Basada en una novela de Harlan Coben, escritor americano de novela negra. Premio Internacional RBA de novela negra 2010. Y yo sin conocerlo.
Y luego el verano, ese periodo que permite seguir la lectura de una novela sin que los lapsos intermedios nos emborronen la trama. Fui a la librería y entre las tres o cuatro de este autos elegí ATRAPADOS, la historia de una adolescente que un día desaparece, un trabajador social relacionado con ella que parece estar detrás de este asunto y una periodista que perseguirá implacablemente la verdad del caso. Algunos ingredientes de la película que había visto: despariciones, pedófilos, etc.. Ese es el punto de partida, la puerta de entrada a esta historia. Pero una vez dentro no vamos a tener tiempo de pararnos. La lectura es una experiencia de vértigo, una sensación extraña, para mí inédita, sentir que no hay espacios para el descanso ni para esos pasajes tranquilos que dan tiempo para reflexionar sobre lo que está pasando, para ir atando cabos poco a poco, para ir sospechando de uno o de otro, para recelar de los que parecen buenos o no ver tan culpables a los que tienen pinta de malos, y hacerlo desde la tranquilidad, desde lo cómodo de una lectura que podemos interrumpir cuando queramos, que ya la retomaremos más adelante, porque quizá serà fácil hacerlo. Leer ATRAPADOS no tiene eso, es ir por detrás de la historia, a remolque, porque es una sorpresa constante, una lógica imprevisible, una sucesión de giros que nos hace descubrir otra curva allí mismo cuando acabamos de salir de la anterior curva, nada de plácidas rectas, de áreas de descanso, de gasolineras o mantenemos el pie lector en el acelerador o corremos el riesgo de no estar a la altura. Hasta el final, donde todo encaja, un mecanismo perfecto que no hace clic hasta pràcticamente la última frase. Aunque ya empieza a encajar bien bastante antes, pero nada de eso, no es lo que pensamos. Todo puede ser todavía más perfecto.
Es una sensación constante desde el principio, pero hay un momento en especial, justo hacia la mitad del libro que uno se da cuenta de con qué clase de novela se ha topado, que para el autor la especulación de la información es imposible, no le sirve, no es su método, para qué dejarlo para más adelante cuando se puede decir ahora. Y esos dará pie a otras cosas aún más intensas. Y la velocidad se incrementa a partir de ese momento y ya, seguro, que será imposible bajarse en marcha.
Para mí, la mejor novela negra que he leído.

"Pienso que es bueno que en un relato haya un leve aire de amenaza... Debe haber tensión, una sensación de que algo es inminente"

Raymond Carver

Datos personales